04 agosto 2020, 11:42

El show debe continuar

Lo primero es salvar a las personas, en su integridad física. Lo segundo es salvar a las personas, en su capacidad económica. Y esto sin perder la perspectiva de que ambas prioridades políticas son las caras de una misma moneda en el sistema capitalista: si enfermamos, morimos. Si paramos, morimos (de hambre)*.

Los medios nos bombardean hasta el agotamiento con las consecuencias de la crisis sanitaria, pero lo hacen enmarcando aquellos planos de una realidad construida que, una vez más, visibiliza a unos y olvida a otros. ¿Os suena eso de la caída del precio del petróleo? ¿Del impacto del turismo? ¿De activar la producción interna para no depender de mercados globales? Algunos mencionan el impacto de la cultura, de entradas a museos o reapertura de cines, pero nadie o casi nadie se acuerda del arte callejero, de los bolos en terrazas, los ilustradores en parques o los mimos de la alameda.

Y es que hay creadores que no entienden de subvenciones, actores, poetas, compositores, autores, literatos, realizadores e interpretes que bucean en el submundo de la precariedad fiscal y que difícilmente pueden optar a un mínimo para comer ahora que todo se para. Técnicos de sonido, backliners, productores, iluminadores, maquilladores, regidores, atrecistas, conductores y otros submundos profesionales que allanan el camino para que el legado cultural del pueblo siga conectado al pueblo y su forma de expresarse. Si todo para, ellos paran. Pero a diferencia de otras economías sumergidas, estas barreras de contención ante la exclusión social no se pueden celebrar de puertas para adentro. No son limpiadores del hogar, ni expertos en mantenimiento, ni facilitan un servicio puntual privado. Son profesionales que viven del aplauso, el grito eufórico y la sonrisa, de la colectividad y la comunión en espacios ahora prohibidos.

Y sigo sin oír hablar de ellos.

Ayer Yiyi Vega y yo nos llamamos. Nos queremos. Me decía que la situación era rara, que esperaría un poco para volver a la carretera, "hay compañeros que lo necesitan más, que empiecen ellos, ahora no hay público para todos". Vega es el ejemplo de esa solidaridad natural que de forma espontánea surge cuando te metes en la piel del otro. Y no es cuestión de valor, sino de necesidad. Porque estos artistas son humanos, preferirían seguir en el confort del directo en Instagram para no ser avanzadilla de la desescalada. Pero no pueden. La nevera ruge y el movil no suena.

Y como dice el refranero, "...de la necesidad, virtud". Si fueron los primeros en caer con el cierre de las terrazas y los espacios de encuentro, ahora les toca ser los primeros en salir adelante, los primeros en invitar a la sociedad a que recupere los espacios que robó el virus. Con la distancia como armadura y la mascarilla como escudo, la reconquista será lo que el compromiso social de todos determine, quizás con menos aglomeraciones, pero de más calidad, quizás con menos besos, pero más amor.

Escribo esto porque para mi mañana es un día de celebración. Esta semana lo ha sido. No porque nos recuerden cada cinco minutos que la curva se vence, sino porque consciente a esa nueva realidad construida de que el virus cede, el WhatsApp se activa. Mi amigo Antonio me escribe:

(Él) - ¿Cómo vas?.
(Yo) - Hasta los huevos...
(Él) - El sábado tocamos.
(Yo) - :)

Flash Time es de esas bandas por las que nadie ha preguntado estos meses. No son sanitarios ni se les ha encumbrado al Olimpo de la nueva conciencia colectiva. No han salvado a nadie ni han pedido nada. Pero son conscientes de que toca tocar. Y tocando nos tocan la patata con el mejor de los regalos: un pedacito de la vida cotidiana que nos robaron.

Gracias Flash Time, gracias a todos quienes volvéis a hacerlos visibles para darle brillo a las terrazas, a los bares y a nuestras vidas. Porque salvada la integridad física lo importante de verdad es enriquecer el espíritu, lo económico vendrá solo.

Salud.

 *Sí, otras formas de relacionarnos económicamente son posibles, pero esta es la que tenemos y ahora no pretendo debatir sobre eso.