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Existe un punto de conexión entre lo clásico y lo alternativo. Es donde la nostalgia de los 80s se encuentra con la herencia del más sofisticado grunge, con la atmósfera de las guitarras furiosas y enigmáticas del stoner, con cierta frescura del indie pero siempre alejado de las fórmulas que arrastran esa etiqueta. Abriéndose camino en este interesante cóctel de sonidos, aparece Ormigas: tiñendo de oscuridad la escena del under de Merlo (San Luis), logró definir un Incluso, de la improvisación. Ormigas suena hace ocho años. En esta banda se cruzaron los caminos de Mauricio Candia (voz y guitarra), Juan Suniar (bajo), Andrés Meza (guitarra) y Alexis Agüero (batería), todos músicos abiertos a la experimentación sonora. Es por eso que hasta las canciones más viscerales, que reflejan el espíritu de power rock que define a la banda, también nos descubren climas, ambientes, paisajes sonoros envolventes y profundos. Las letras, según las vivencias particulares de quien las escucha, pueden interpretarse como auténticas poesías sobre el existencialismo, el amor y el dolor.